INTERACCIONES

La creación musical. Ese transitar del camino entre silencio y música, en el que se conduce una motivación hacia una u otra dirección para llegar a un destino artístico, visualizado de antemano o no.
Ese destino que de alguna manera está presente en la misma música que se está creando, aunque no siempre de manera explícita. Que pide ser descubierto, elaborado, desarrollado.
Ese camino es tan generoso que puede ser compartido. La colaboración musical es retroalimentación, un “dar y recibir” constante que mueve la energía en una dirección artística.
Quién sea que conduzca el vehículo en esa colaboración artística es prácticamente irrelevante, justamente porque el Norte es común. Y ese Norte es tan magnético que aun cuando las partes en esa colaboración tiendan a colisionar, la tensión de ese aparente conflicto resulta en un nuevo trazado, que usualmente es el que “pedía” la música.
Aun a lxs músicxs de sesión se les plasma un contexto en el que su tarea estará inmersa. Porque nadie trabaja en abstracto. Nadie pone el ladrillo que le place y listo, se va…
Todo eso es lo que propone subvertir Interacciones.
Interacciones es un proyecto colaborativo sin fines de lucro que nació en 2014, con la idea intrínseca de crear música a partir de una composición grupal por etapas.
Unx artista aporta una idea musical, un germen de algo; otrx lo recibe y le agrega un condimento (una letra, unos acordes, una línea melódica, una batería, ruido, o lo que fuera) y lo devuelve; eso se reenvía a otrx artista que hace lo propio, y así la obra se va construyendo, por pasos, y sin que lxs artistas que contribuyen sepan cómo, con quién o hacia dónde sigue el viaje. Una especie de cadáver exquisito musical.
Una aventura que requiere un nivel de entrega importante de parte del arreglador de turno, ya que implica desprenderse de todo lo que unx puede tener en la cabeza para una obra determinada, entenderse parte de un todo inasequible al momento de la composición / producción.
Es subirse voluntariamente a un vehículo sin saber hacia dónde va, quién lo conduce, y con qué otrxs artistas se lo está compartiendo. Estar preparadx y predispuestx para aportar un granito de arena en ese viaje, una sola dirección, y dejar que siga la rueda.
Eso supone también un dinamismo que no todxs lxs músicxs podemos lograr. Pensar en solo uno o dos arreglos, visualizar una parte, y permitirse parar ahí y dejar que otrxs también jueguen. Una fluidez que apela a la espontaneidad, al instinto musical primal y esencial.
La propuesta es sumamente lúdica y lleva ineludiblemente a resultados que sorprenden, ya que la mirada artística del otrx es profundamente rupturista con la dirección que unx podía suponer o imaginar para su idea musical.
Esa propuesta no sería posible sin una curaduría detallista, sin un “organizadxr” del juego. Aquel que distribuye, que elige a quién enviar una pieza, y sobre todo y más que nada, que vislumbra cuándo parar, cuándo la obra está completa. Y quien tiene que mezclar todo lo que lxs artistas fueron creando. Solo pensar que del grupo Interacciones participamos cientos de músicos de distintas partes del planeta: Argentina, Brasil, Estados Unidos, Chile, Corea, Bélgica, Italia, Suiza, Japón, Países Bajos, España, Uruguay, Inglaterra, Francia, Perú, Colombia, Irlanda, Paraguay, Alemania, etc.
Y delante de todo eso, la música. Porque ese menjunje, que bien podría ser un Frankenstein esquizofrénico creado por múltiples personalidades musicales, termina resultando en una obra musical, con personalidad propia y vuelo propio. Una conjunción mágica en donde deja de importar quién hizo qué parte, para pasar a ser nada menos que MÚSICA…
A los ya increíbles proyectos concretados, Interacciones tomó hace algunos meses la posta del desafío de los tiempos que corren, y editó en julio de este 2020 un compendio de tres volúmenes de música creada, arreglada y producida durante este período de aislamiento generado por la pandemia de COVID-19.
Una obra estupenda, ecléctica y abarcativa, heterogénea en sus estilos, pero sin resignar calidad.
A esos volúmenes se suma esta nueva entrega, de otras 6 ediciones, también concebidas y articuladas en este aislamiento mundial, en esta introspección obligada.
Porque el proyecto generó (y sigue generando) mucha música, muchas ideas de tantxs artistas. Muestra de nuestra necesidad de que, a contramano de estos tiempos que imponen soledad y reclusión, la música nos siga comunicando, uniendo.
La música es para escucharse.
Que este tiempo nos motive a crear y a escuchar, para algún día poder volver a juntarnos.
Y seguir creando, seguir escuchando…


Pablo Kaufman